Los pulgones son insectos de pequeño tamaño con un cuerpo globoso y frágil. Existen muchas especies de pulgones, cerca de 44 especies de pulgones son asociadas a plantas cultivadas en Chile, destacándose el pulgón verde del duraznero (Myzus persicae) como una de las especies de artrópodos más distribuidas en el país.
Mientras que algunos son específicos del huésped (monófagos), otros se alimentan de muchas especies de plantas (polífagos). Los pulgones pueden tener diversos colores (blanco, negro, marrón, gris, amarillo, verde claro o incluso rosa) y también pueden variar considerablemente dentro de la especie. Hay diferentes rasgos que ayudan a identificar a los pulgones, entre ellas la forma de la cabeza y también estructuras exclusivas presentes en el abdomen. Estas son los sifones o cornículos (un par de protuberancias en forma de tubo en la parte posterior del cuerpo, que se utilizan para secretar una sustancia cerosa con el fin de repeler o disuadir a los enemigos naturales potenciales) y la cauda (una especie de “cola” en la parte posterior del cuerpo a través de la cual se expulsa la mielecilla). Los cornículos, que varían en longitud, posición y ángulo, también se utilizan para identificar especies de pulgones. La morfología de los pulgones ayuda, en la mayoría de los casos, a identificar a la especie o el género, por lo que la exploración y la identificación son claves para utilizar las estrategias de control adecuadas.
Los pulgones pueden producir varios tipos de daños en un cultivo.
DAÑO
Retraso en el crecimiento de las plantas
Los adultos y las ninfas se alimentan de la savia de las plantas y alteran el equilibrio de la hormona de crecimiento. Como resultado, el desarrollo de la planta se retrasa, dando lugar a hojas, meristemas o frutos deformados y encarrujamiento de hojas que les confiere protección. Si la infestación ocurre temprano en la temporada, puede provocar la muerte de las plantas jóvenes. En altas densidades algunas especies pueden provocar caída de flores y pequeños frutitos
Fumagina: Moho fúngico negro
Los pulgones secretan una mielecilla pegajosa en la que se desarrolla un moho fúngico negro: la fumagina. La savia vegetal tiene un bajo contenido en proteínas, pero es rica en azúcares. Por lo tanto, los pulgones necesitan extraer grandes cantidades de savia para obtener suficientes proteínas. El exceso de azúcar se secreta en forma de mielecilla, haciendo que el cultivo y su fruto se vuelvan pegajosos. Los mohos fúngicos negros crecen en la mielecilla, contaminando las frutas y los cultivos ornamentales, depreciando su calidad, haciéndolos inadecuados para el mercado. Además, se reduce la fotosíntesis en las hojas, lo que afecta la producción.
Transmisión de virus y malformaciones en los puntos de crecimiento
La saliva del pulgón puede inducir fuertes reacciones “alérgicas”, como malformaciones en los puntos de crecimiento. Los pulgones pueden ser transmisores de virus en las plantas. En frutales por ejemplo pueden transmitir el virus de la tristeza y el PPV. En hortalizas, son vectores del virus Y de la papa (PVY), virus del mosaico de la alfalfa (AMV), virus del ápice amarillo del tomate (TYTV), virus del grabado del tabaco (TEV), virus del mosaico del pepino (CMV), virus del mosaico de la lechuga (LMV), virus del mosaico común del fréjol (BCMV), virus del mosaico amarillo del zapallo italiano (ZYMV). Una colonia de pulgones tiene un efecto claro en una planta. Una planta en crecimiento trasladará más recursos a una parte afectada para mantener el crecimiento, lo que por supuesto beneficia aún más a la colonia de pulgones.
Existen enemigos naturales específicos para diferentes especies de pulgones.
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